domingo, 11 de diciembre de 2011

No sé si esto era, verdaderamente, lo que queríamos. De hecho lo sé, sé que no lo queríamos. Yo con mi carácter, vos con tu histeria. Yo con mi ambición, la de querer conocer cosas nuevas. Vos tan conservadora. Era evidente, que siendo tan diferentes, no íbamos a aceptarnos del todo. Ya sabes mucho de tu vida, sos grande y tal vez más importante que mucha gente, pero dejame remarcarte un error, no sos madre para enseñar solamente, también lo sos para aprender. Aprender a aceptar las diferencias, dejar pasar los errores ¿O acaso vos nunca te equivocas, ni siquiera un poco? Permitir mis malos humores, no podes suprimirme lo que ya nació conmigo, que es esto, ni más ni menos. Tenes también, que aprender a mirar las cosas bonitas, te regalé el mejor de mis cuadros, me banqué que me eches como un perro cuando se te cantó, más por un capricho que por un dolor, y aun así me aparecí con rosas, o cartas, o perdones ¿Perdón de qué? Loca me voy en un mes y medio y me queres hacer la vida imposible. Pará un poco! Espero que esta cadena de caprichos, de exceso de poder, de exceso de autoridad, te hagan feliz, al menos todo esto valdría la pena. Lo digo de corazón, nada de víctimas, ni de manipulaciones. No me hagas acostumbrarme a tenerte rechazo. Siento que es mejor que me acostumbres a mostrarte al mundo como lo que sos, mi mamá, pero con una sonrisa.
Ahora te pregunto ¿Valió la pena el caprichito?

No hay comentarios:

Publicar un comentario