Se nace tan transparente, tan frágil, tan mudo, que hasta se puede considerar que no se ha parido una persona, sino un pedazo de vidrio, una pequeña pieza de cristal. Pero esto se desmiente cuando el cristal comienza a vivir. Se sigue siendo frágil, pero uno comienza a amar, siente los famosos e inevitables celos, porque uno es una persona, no un cristal, y por eso quiere retener consigo lo que más ama, sin darse cuenta que apoderándose de lo que a uno le encanta, no hace más que perderlo.
Uno deja de ser una pieza de cristal cuando al quebrarse en mil pedazos, puede volver a armarse, sin pegamento, pero con dificultades. Uno no es un cristal, pero a veces quiere serlo, quiere quedarse desarmado para siempre, no quiere volver a brillar, porque cuesta, porque es difícil.
Un vidrio no se equivoca, porque no intenta, porque no tiene aspiraciones, mas que la de ser un vidrio.
Uno pasar a ser una persona cuando juega, cuando llena una plaza de pisadas, la ropa de barro, el cuerpo de historias. Uno pasa a ser persona cuando perdona, cuando perdona por amor.
A veces, solo en algunas ocasiones, uno puede volverse un pedazo de vidrio, no por elección, sino porque así lo requieren las circunstancias, entonces se van abandonando los sueños, se van llendando los días de números, las semanas de horas, hasta tener una colección de días que no fueron vividos, al menos no como deben ser vividos. Pero uno renace, abandona el disfraz, se encarna en su papel de persona, para ello se requiere solo una cosa: someterse a lo que no se conoce, con ansias, con miedo, con incertidumbre, pues de otra manera no sería posible.
Entonces, aquel cristal que era bello en primavera, que brillaba junto al sol, brilla aun más, también en invierno, porque es una persona. Esta persona lastimará algunas veces, cortará como un vidrio, dará penas, pero es parte de su instinto, de su ego, no podrá evitarlo, al menos no todas las veces.
La persona deberá aprender a dejar algunas cosas, hasta las que ama, hasta las que parecieron no dejarla jamás, la persona deberá poner rutas o tiempos entre ella y lo que ama, y de paso crecerá un poquito. Un vidrio no sentirá jamás esa cascada de emociones que la persona siempre tendrá que llevar consigo.
Un vidrio no muere, pues un vidrio no vive.
Es fácil ser un vidrio, pero un vidrio no sabe querer, no sabe viajar, no sabe ser amigo, ser hermano.
Se puede tomar del cristal un ejemplo para practicar en el día a día, ser transparente y brillar por eso ¿Se puede brillar a caso de otra manera?
Hoy el mundo, al menos el mío, está lleno de personas, que comenzaron siendo un pedacito de vidrio, y terminaron siendo la razón de existir de otras personas, que a su vez cambiaron la existencias de otras.
Es bonita la metamorfosis de la mariposa, pero díganme ¿No les parece aún más hermosa la del cristal?
No hay comentarios:
Publicar un comentario