martes, 30 de diciembre de 2014

Hay un espacio al lado mío cubierto de arena. No hace falta esforzarse demasiado para sentir el aire y el olor a mar en la nariz. Y yo contemplo. La ola que no llega a tocarme. Podrías ocupar el espacio que está al lado mío, ser un pedazo de arena conmigo. Como dos piedritas. Te ha tocado recibir todo mi amor, y además en verano, y yo quiero pasar mucho tiempo cerca de tu música y que tu corazón azul se mezcle con mi pelo azul, hasta convertirse en mar, en alga o sirena, y viajar por el océano hasta que nos pongan nombre o fronteras. Ayer fuimos montañas viajando en colectivo, fuimos por un momento bigotes de gato, ayer fuimos una colmena de estrellas, un nuevo planeta. Cuando bajamos del colectivo me diste un beso y no me acuerdo si sonreí para afuera, pero por adentro solo quería permanecer así todo un rato. Podría dejarte un cajón de manzanas a los pies de la cama, o de kiwis, o ponerme yo misma a tus pies. Me gusta escucharte cuando estoy triste, es mi manera de llorar. Hay un espacio al lado mío donde te proyecto sobre la arena, discúlpame la falta de fidelidad, tu imagen ya no se te parece y sin embargo nada te constituye más. Te has convertido en la luz que se refracta en pedazos, en una luciérnaga solitaria, en dientes de niño, en una isla, en gusanos de seda, en un caleidoscopio, en un violín, en un chocolate con almendras.
Ey! Podríamos viajar a alguna parte...

No hay comentarios:

Publicar un comentario