Hay un espacio al lado mío cubierto de arena. No hace falta
esforzarse demasiado para sentir el aire y el olor a mar en la nariz. Y yo
contemplo. La ola que no llega a tocarme. Podrías ocupar el espacio que está al
lado mío, ser un pedazo de arena conmigo. Como dos piedritas. Te ha tocado
recibir todo mi amor, y además en verano, y yo quiero pasar mucho tiempo cerca
de tu música y que tu corazón azul se mezcle con mi pelo azul, hasta
convertirse en mar, en alga o sirena, y viajar por el océano hasta que nos
pongan nombre o fronteras. Ayer fuimos montañas viajando en colectivo, fuimos
por un momento bigotes de gato, ayer fuimos una colmena de estrellas, un nuevo
planeta. Cuando bajamos del colectivo me diste un beso y no me acuerdo si
sonreí para afuera, pero por adentro solo quería permanecer así todo un rato. Podría
dejarte un cajón de manzanas a los pies de la cama, o de kiwis, o ponerme yo
misma a tus pies. Me gusta escucharte cuando estoy triste, es mi manera de
llorar. Hay un espacio al lado mío donde te proyecto sobre la arena, discúlpame
la falta de fidelidad, tu imagen ya no se te parece y sin embargo nada te
constituye más. Te has convertido en la luz que se refracta en pedazos, en una
luciérnaga solitaria, en dientes de niño, en una isla, en gusanos de seda, en
un caleidoscopio, en un violín, en un chocolate con almendras.
Ey! Podríamos viajar a alguna parte...
No hay comentarios:
Publicar un comentario