domingo, 14 de octubre de 2012


Quiero escribir algo bonito sobre las flores, el pasto, los molinos, remitirme a los campos de Holanda, un lugar al que viajé demasiado en los sueños, que toqué en los libros, que sentí
en fotografías. Quiero pisar sin fruncir los dedos, cargarme de energía solar, hacer bailar a mis poros con la danza del pasto y reirme un rato con la gente transparente. Quiero disentir
pero con sutileza, transformar en música mis discrepancias con el mundo y mirar desde algunos balcones la vida que llevan los caminantes, mejor si es con lluvia y con bufanda.
Quiero atreverme sin insultar a la naturaleza, ni a los niños (que se parecen mucho). Quiero mostrar mis ideas como imágenes de caleidoscopio y llevarme un pedacito de cada persona.
Quiero aprender de todos, sin discriminación de ningún tipo. Quiero silvar en una calle vacía una canción que haga juego con el verano y quizá pintar en una pared un pedacito de 
sol. Quiero sumergirme en el agua y llegar hasta el fondo de mis ideas. Quiero volver algún día a mi colegio, jugar a las escondidas y creerme inmortal. Quiero la inocencia, la sinceridad y 
la risa del niño. Quiero descubrir mis misterios, encontrarme en mis propias descripciones. Quiero que mi mamá sea eterna. Quiero que mi papá toque la guitarra conmigo y que me cante lo
mismo que de chica me hizo conocer, porque al fin y al cabo algunas canciones no se equivocan, por algo en la memoria quedan. Quiero ayudar a un continente de luciérnagas a viajar a 
la luna. Quiero romper el silencio pero para convertirlo en algo mejor. Quiero ser música e impredecible como una lluvia no pronosticada o una caricia de mi mamá. Quiero pasar menos tiempo entre cables, enchufes y prejuicios. Quiero poder ver nítidamente a las hormigas toda mi vida y creer con total certeza que las estrellas no son inalcanzables. Quiero pasear mi arte pero sin correa.

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