jueves, 3 de noviembre de 2011

Ayer estaba con Adry tomando mates en su cocina, y le conté de la amistad que había llegado a formar con una persona que hasta el día de hoy es especial para mi, y que lamentablemente se consumió, como un fósforo, como la vida misma que se desgasta, pero se vive al fin. Bueno con ella lo he vivido todo, sin embargo los escarabajos que trabajan en mi mente se encargaron de seleccionar solo un par de recuerdos, sería imposible evocar todos los momentos ¡Porque fueron muchísimos!, sin embargo, uno jamás se me borrará, esa vuelta en bicicleta, yo llevándola, como siempre. llegando a un lugar que nunca había ido, o quizá si, pero nunca había podido verlo tan hermoso, el sol que se desnudaba inescrupulosamente en todos lados, mirabas al cielo y estaba el sol, mirabas el pasto y había sol, mirabas tus manos y estaba el sol completamente desnudo, haciendote compañía. Y el silencio, el descanzo de esas motos histéricas, de esas bocinas malhumoradas. Y la compañía, eramos dos, y eramos todo. Ya no bastaba hablar, lo sabíamos todo. Era un lugar hermoso. Entonces nos llevamos toda esta belleza sobre las dos ruedas, hasta que frenamos, en un árbol, y ahi pusimos en manifiesto lo boludas que eramos, pero también lo bien que la pasábamos. No nos ocupabamos de preocuparnos, nos ocupábamos de vivir, que era aún más difícil y mil otoños más valioso. Hacía calor.

Le pedimos prestada agua a una mujer que regaba. En realidad no se la pedimos, la tomamos prestada, y nos mojamos y nos reímos. Y creo que solo eso recuerdo de aquel día, el cual de vez en cuando viaja a mi mente y me llena el cuerpo de nostalgia.

Creo que eso es crecer, poder sonreir sin rencor, al recordar a alguien que decidió ya no compartir más con uno.

Y debo admitir, que aprendí a extrañarla, y lo aprendí tan bien, que casi ya no la extraño nada. Simplemente la recuerdo, y siempre con una sonrisa.

Para una de las almas más importantes que se cruzó en mi vida

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