domingo, 9 de octubre de 2011

Tirarme qué? tirarme al pasto




Tirarme en el pasto, ser un puñado de colorcitos en el verde, pasar de ser pequeñísima a graciosa, de ser una persona a un accidente geográfico: una montaña o una ladera. Ser el obstáculo de las hormigas, el hotel de las mariposas, el paisaje de los pájaros, la curiosidad de todo bicho solitario que tal vez tenga más ganas de jugar que un niño.
Tirarme en el pasto, sola y con la mente llena de colores, con ruidos que en nada se parecen a la ciudad. Masticar libertad, que los poros se me llenen de aire y de primavera. Ser la imagen perfecta de la película que emociona.
Tirar en el pasto el residuo de sentimientos que llevo cargando desde que recibo nombre, tirar en el pasto las esperanzas, tirar en el pasto las llaves, las aspirinas, los pasaportes, tirar en el pasto los recuerdos, las frases bonitas que se cruzan de una forma rebelde por la cabeza.
Tirarme en el pasto con ideas, tirarme en el pasto con inquietudes, tirarme en el pasto a imaginar situaciones que no ocurrirían más que en la cabeza que posa en el pasto. Tirar en el pasto la histeria, el apuro, los vicios urbanos. Mirar tanto el cielo como se pueda, regalarle un globo o una sonrisa.
Cerrar los ojos, sentir el pasto entre los dedos, sentir la noche en los párpados, sentir el vuelo de la vida en todo el cuerpo, permitirle a los escalofríos juguetear por las rodillas, y pensar tanto como se pueda, pero siempre en el pasto. Hasta haber creado con la imaginación, una ciudad llena de magia.
Tirarse en el pasto y perder esos pensamientos insoportables ¿Qué hora es? ¿Me habrán robado el abrigo? ¿Qué es lo que tenía que hacer hoy? ¿Me resfriaré si me quedo un rato más?
Cambiarlos por luciérnagas, amapolas y… pasto.
Levantarme sin preocupaciones y volver a los vicios de la ciudad.

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