Concretar el hecho de dejar mi ciudad ya es irme, sigo acá pero mis proyectos están allá. Nunca arriesgo, por cobardía, quizás, pero está vez pongo y dejo todo por hacer lo que amo, para lo que siento servir. Me pongo a pensar en tantas cosas y tal vez no quiero pensar tanto, extrañar por anticipado es idiota y también inevitable. 
No es fácil despegarse de lo que uno está hecho: el mar, mi familia, el sol, mis amigos, iris, catimosha, los negocios que conozco. Yo que sé dónde mierda va a haber una panadería rica, o como tomarme un colectivo... va a ser un viaje de ida.
Sin embargo nunca jamás voy a tener el atrevimiento de olvidar mis raíces, que están en la mejor ciudad del mundo: Mar del Plata. Cuánta luz emana mi ciudad, creo que si me voy a cualquier lado no voy a encontrar nada más lindo, que el hilo de brillo que bordea la costa. 
 
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