Para mis mujercitas

Eramos rayos de un sol, íbamos, veníamos pero pertenecíamos a ese círculo invencible en el que brillábamos como luciérnagas y nuestra ingenuidad nos mantenía vivas. No nos importaba el ridículo nos importaba el recuerdo que nos iba a quedar. Nos creíamos eternas, invencibles, únicas, divertidas, bonitas, jóvenes, admirables. Y lo éramos realmente, éramos ocho saturnos, llenas de incertidumbres y de alegría; hoy en día so fanática del grupo al que llegué a pertenecer. Teníamos marcados los roles, la madre, la tierna, la que soñaba, éramos una familia de amigas. Hacíamos de una idea al supermercado una osadía, de un día de playa; un viaje, de un viaje un universo. De una noche, una galaxia. Agigantábamos todo para que hoy nos parezca así de enorme. Eramos la noche, el sol y las mariposas. No hubo cosa que no hayamos hecho, queríamos ser las princesas de Disney pero saben qué? yo creo que Disney nos hubiese robado anécdotas, siempre tan improvisadas, decididas solo a pasarla bien. Sellábamos nuestro camino en cuadernos, dibujos, carpetas. Y aunque nos despedimos mil veces, creyendo llegar a un fin, fueron mas veces las que nos saludamos: con un abrazo gigante cada tarde del Avellaneda, en cada fiesta de 15, en cada lágrima. Porque ni nosotras podemos creer que esto va a durar para siempre, estamos distintas pero seguimos siendo apasionadas. Ya quedaron algunas en el camino, inclusive yo, hubo retornos y hasta nuevos lazos. Hoy simplemente somos ese grupo, con un poco mas de años, de problemas, y tal vez un poco más de heridas. Y estoy segura que las idas al supermercado siguen siendo toda una osadía