Cierro los ojos y puedo sentir como el agua choca en mis rodillas, el verano que se va pero que mucho me deja. Aún los mantengo cerrados y por eso mis pestañas están anciosas, quiero a mis amigos, pero estar solo puede resultar interesante. Soy aficionada de guardar recuerdos, y asegurarme de no oldivarlos nunca; qué mas bien de eso se trata. Estoy en una piedra y giro el rostro hacia el sol, lo siento galopar en los párpados y en los pómulos. Creo que no pienso en como se ve mi pelo, lo mas bonito que tuve siempre fueron las aventuras. El agua insiste en molestarme, pero mas bien me calma, me gusta, me moja. Me visualizo y realmente lo disfruto. Espero recordarlo siempre, aunque sea ficticio, a veces la belleza también es imaginar.
De todos modos, y no compito con la reciente creación, quiero narrar un suceso de fotografías qe tengo en la mente. Era muy temprano y estaba lejos de la ciudad, no se veía el faro pero aseguro que estaba a pocos balnearios, el sol quemaba de verdad, sin escrúpulos ni obstáculos. Era tan pequeña como niña, me intrigaba todo, y no se cómo aún rescato ese recuerdo, por qué lo habré guardado de tan pequeña? tal vez adorábamos las mismas cosas, ella y yo, para mi somos dos personas distintas, es tan fácil verme en un futuro y reconocerme lo difícil es asimilar que también nací y tuve mamelucos.
Estaba en la playa con mi hermano menor y tal vez el mas cercano a mi, con mi papá y mi mamá, aún casados. Posabamos en la orilla y almorzabamos también. No recuerdo a nadie cerca, no recuerdo presencia mas que la nuestra. Aunque suene poco razonable cuando pienso en familia, en belleza, tranquilidad, amanecer, y tal vez miles de cosas mas, salta ese recuerdo en mi mente, aquél que me atreví a llevar siempre conmigo desde que lo viví hasta el día de hoy.
Me repregunto ¿Por qué quise llevarme esas fotografías?
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