¿Cuán inmenso es el país de las almas que se han extinguido, los momentos que se han olvidado, las cosas que se han perdido? Cada hombre es tesorero de sus recuerdos, cuanto mas los cuida menos los olvida, pues los evoca y los mantiene a su alcance. No los cuida de ladrones, los cuida del olvido. Su tesorería cada vez es mas amplia, en un estante está la bicicleta con rueditas, en otra todas y cada una de las personas que conocimos, también están las llaves y los llaveros, los vestidos y los hermanos, paisajes, sensaciones, películas, almohadas cómodas, los momentos más vergonzosos, los lamentos que parecían inmortales, todo, absolutamente todo está en nuestra gran tesorería de las cosas recordadas, no más que como nosotros, algunas cosas son rebeldes y huyen, corren por la escalera y se evaden, sin que nos demos cuenta, hay un desfile infinito de las cosas que estamos olvidando, pero como la puerta por la que escapan está abierta y como nosotros seguimos siendo descuidados, hay un infinito desfile de cosas que están entrando y que solas permanecen descansando en los resistentes estantes. De repente vemos que la bicicleta con rueditas luce diferente, tal vez un poco difusa, y de apoco se despega del estante y gira sin ciclista hacia el país de las almas extinguidas y de las cosas olvidadas, dejándole su lugar a cualquier cosa que quiera tenernos como dueño: un pensamiento repentino que hospedará por poco tiempo en el estante, un regalo especial, una coincidencia curiosa.
Supongo que en cielo están nuestras tesorerías, porque no por nada deben existir las estrellas.
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