Que extraño es el continente de los sueños, no tienen sentido y nos creemos incapaces de imaginar algo así, sin embargo somos nosotros quienes lo inventamos: Cada lugar, persona, imagen, la mismísima velocidad son fruto de nuestra mente. En los sueños no existen los segundos y podemos tele transportarnos, podemos bailar con lechugas que se transforman en detergente, nos podemos enamorar de alguien que cambia focos de luz, y podemos correr en medio de una avenida llena de monstruos. 
Recuerdo un sueño, lo llamo el sueño del sol, suelo contarlo en charlas y no es la primera vez que lo escribo, es que de hermoso pasa a ser soñado, un sueño soñado, hay sueños que no son soñados, porque no nos gustaría ser víctimas de situaciones inventadas por nosotros mismos. Pero este lo querría inventar cualquiera:
Era un parque verde, lleno de sillones cómodos, estaba limpio y la gente muda, solo hablaba la naturaleza, los perros no tenían correa y las mujeres no tenían collares, yo estaba recostada en un sillón blanco y balanceaba mi mano en el agua del lago que me hacía compañía. Hasta que de repente el Sol bajó por una escalera y se escondió en el lago, era dorado y brillaba más que unos ojos bonitos. 
:-Soy el Sol del día Lunes, hoy nací y hoy voy a morir.
:-Hola Sol del día lunes, habiendo tantos sillones ¿Por qué posas en el lago?
:-Porque puedo atravesarlo, solo así podría mirarte a los ojos, si me sentara cerca de ti, pues te tendría que buscar desde arriba.
:-Si quieres recitarme algo, me gustaría un poema de la primavera, o de las lágrimas, tu lo sabes todo y además…
:-Disculpa que te interrumpa, no quiero ser descortés, pero quería preguntarte si no te parece extraño que sea “El sol del día Lunes” y no simplemente “El sol”
:-Mañana, cuando despertemos, serás “El sol del día martes”, es lo mismo.
:-Eso es así con las personas, las que pueden sentarse en sillones y no precisan mojar sus rayos en el lago para poder mirarse a los ojos. Pero con los Soles es distinto, mi alma solo vivirá hasta hoy, y cuando la reina plateada gobierne el cielo como todas las noches, seré guardado en el baúl mas grande del universo, donde habitan los restos de meteoritos y todos los soles que iluminaron los días que hasta hoy se pudieron apreciar, o despreciar.
:-¿Y tu alma es más grande que la mía?
:-No, porque yo fui como vos, me llamé Raúl, dormí en una cuna y tuve los dientes blancos como la nieve.
:-Entonces ¿yo también voy a ser como vos? ¿O a las mujeres les toca ser Luna?
:-La Luna es una sola, es la mujer del universo. Los soles somos los repetidos. Y algún día serás un sol. 
:-¡Oh! Tal vez eres un sol mentiroso, tal vez tu me conviertas en una estrella y me condenes a iluminar para siempre el cielo, eso no está bien.
:-Las mentiras son cosas de humanos. Los soles vivimos un día, iluminamos parques y jugamos con la lluvia, mientras que ustedes pintan cuadros nosotros hacemos arco iris en el Perú o a veces en Escocia. Hacemos que tu cabello parezca más rubio y te damos calor. No gastamos el día en mentir.
:-¿Por qué me cuentas semejante secreto? ¿Por qué a mí? 
:-Tan solo lo hice, el cielo estaba aburrido y te vi solita.
Del lago comenzó a elevarse una gran esfera de fuego, sus rayos volaron con el viento y algunos se apagaron, la gran inmensidad subió por la escalera. Estaba rendido, ya era su hora. Me preguntaba cuántas personas más habían hablado con un sol. 
De repente desperté, quería llegar al gran tesoro, al baúl del universo y buscar al “Sol del día Lunes” hasta que vi que en los parques los perros viajaban con correa y las mujeres lucían collares de perla. Había vuelto, sin duda alguna, al mundo real.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario